lunes, 26 de marzo de 2012

1949 - 2011. Mismo rival, distinto sentimiento

Mucho se nos acusa de vivir pendientes de River. No, señores. En todo caso, vivimos pendientes tratando de desenmascarar la interminable lista de mentiras, falacias y absurdos con que el simpatizante millonario trata de mostrarse fuerte. Y hoy, casi nos vemos obligados a aclarar una vez más, cómo son y fueron las cosas. Con la verdad. Nada de ciencia ficción.

“Che BOSTA, HBALA DE QUE NOS FUIMOS A LA B LLENANDO TODAS LAS CANCHAS Y ALENTANDO AL EQUIPO.... ¿NOT E ANIMAS? QUE PASA????? HACE MUCHO NO VES TRIBUNAS LLENMAS?.... NO EXISITIS PASUCI::::”

Primero, Boca tiene más de 100 años de tribunas llenas y apoyo del Nro. 12 al equipo. Segundo, River empezó a hablar de tribunas desde que Olé le instaló el tema en 2009. Hasta aquí, nada nuevo. Pero el mensaje derrapa totalmente cuando dice “NOS FUIMOS A LA B LLENANDO TODAS LAS CANCHAS Y ALENTANDO AL EQUIPO”. ¿Alentando al equipo? Hay que ser caradura eh...


19 de junio de 2011, estadio Monumental. River recibe a Lanús por la última fecha del Clausura, en lo que muchos medios presentaron en ese momento como “el partido más importante en la historia de River”. Bien. River si ganaba, se salvaba de caer en Promoción. Si empataba, tenía que esperar una derrota o empate de Olimpo ante Quilmes en el Sur porque sino debía jugar un desempate con los bahienses. Si River perdía, marchaba directo a la Promo. Y River, perdió.
El hincha de River llenó su cancha. Eso se lo reconocemos. Pero ¿qué hizo? Nunca pudo ser el sostén espiritual de un equipo que, como mínimo, estaba nervioso. En ningún momento pudo hacer algo parecido a hacer sentir su localía. Una materia que el Jugador -1 nunca pudo aprobar. Para el hincha de River, hacer sentir la localía es bajar al vestuario del árbitro y amenazarlo para que cobre un penal. El segundo tiempo, pero puntualmente los minutos finales ya con el agua al cuello, eran ideales para forzar el milagro o por lo menos para asumir el traspié y dar una muestra de apoyo para un plantel que debía jugarse la cabeza 72 horas más tarde en Córdoba. Tal vez una despedida un poco menos cruel hubiera ayudado.
Ojo que no sólo los hinchas de Boca vimos lo sucedido esa tarde. Algunos diarios obviamente Olé ni a palos también reflejaron el papelón.


El hincha de River humilló públicamente al equipo y terminó de condenarlo al descenso esa misma tarde en su cancha. Digámoslo clarito. Si alguien mandó espiritualmente al descenso a River, fue su hinchada. Es imperdonable y, mal que les pese, deberán cargar esa cruz de por vida. Con esto no queremos decir que los jugadores debieron salir en andas y ovacionados. Pero una muestra de aliento, de apoyo, un Monumental lleno cantando con fe de que era posible la salvación, hubiera sido una muestra de carácter para enfrentar la adversidad. Pero pasó todo lo contrario, Los insultaron, los escupieron, les tiraron palos, piedras.  ¿Eso es “NOS FUIMOS A LA B ALENTANDO AL EQUIPO”? ¿Eso es “en las malas mucho más”? Seamos serios.

Pero para ser sinceros, no sólo en la fecha 19 el hincha de River le dio la espalda a su equipo. Vamos con un ejemplo del comportamiento del Jugador -1 en un momento clave donde todavía había chances concretas de salvación.




5 de junio de 2011, estadio Monumental. River perdía con Colón 1 a 0 y la gente en vez de hacer temblar el piso en busca del triunfo se dedicó a ser un mero espectador casi imaprcial. Patética la imagen del final, ya con el 1-1, donde un plateísta peló calculadora para ver cómo uaedaba la tabla de los promedios. Paradójicamente, muchos hinchas de River trataron de explicar la situación diciendo que en realidad no era una calculadora sino que estaba mandando un mensaje de texto. ¡Peor todavía!
No se puede ser tan frío. No, señor. No se puede leer una revista en ese contexto. No se puede mandar un mensaje de texto. Jamás lo vamos a entender ni a avalar.
Pero vamos un par de semanas más atrás para ver cómo el Jugador -1 no movía un dedo para ayudar a River. Una actitud muy pasiva que queda demostrada en el comentario de Julio Ricardo a los 46 segundos de este video:


Como somos concientes que estamos hablando de algo que el simpatizante millonario jamás entenderá, queremos mostrarle un ejemplo que viene al caso y mucho. Año 1949, Boca en barranca con muchas posibilidades de irse al descenso.

8 de diciembre de 1949. Boca recibe a Lanús por la última fecha del campeonato de Primera División con la obligación de ganar para evitar el descenso directo. No hablamos de Promoción eh... Ganar o irse a la B. Una situación más límite. ¿Y qué pasó esa tarde en la Bombonera? No vamos a hablar del triunfo de Boca 5 a 1 porque seguro el hincha de RIver va a decir que el árbitro estuvo comprado o que Boca ganó de culo. O incluso que Boca se metió todo atrás y jugó al contragolpe. Vamos a hablar de lo que fueron las tribunas antes, durante y después.
Fuente:  libro "El Superclásico" de Hugo Martínez León. Editorial Grijalbo. Páginas 104-105. Editado en 1999.

Veamos más ejemplos del rol protagónico que asumió el Jugador Nro. 12 ante una posibilidad concreta de que Boca se vaya a la B. Nada de quedarse mirando los partidos a ver si Boca se salvaba sólo o no. La hinchada boquense tomó la sarten por el mango y, como hace siempre, se involucró (clic para ampliar).




Y ahora viene lo mejor. La hinchada de Boca no apoyó al equipo en el último partido para llevarse los laureles de la salvación. El Nro. 12, durante toda la campaña, desastrosa por cierto, estuvo al pie del cañón.
Algo que la hinchada de River jamás hizo y jamás hará. Acá vemos sucesivos ejemplos de mayo, junio y septiembre de 1949. La hinchada de Boca, de fierro a la hora de alentar a la azul y oro.




En nuestras bibliotecas secretas, tenemos muchos más ejemplos, pero tampoco queremos extendernos y robarle mucho tiempo a nuestros lectores.

En 1949 en las tribunas de la Bombonera, hubo fe, apoyo, carácter, ilusión. Hubo ganas de enfrentar una realidad adversa y superarla. Nada de “nosotros no merecemos lo que nos pasa”. No señor. En todo caso hubo “nos pasa esto, y lo vamos a superar cueste lo que cueste”. Hubo conciencia de que la hinchada debía ser el Jugador Nro. 12 más que nunca. Y el hincha de Boca estuvo a la altura de las circunstancias. Cumplió su deber de empujar a Boca a salvarse.
En 2011, misma situación, el sentimiento fue otro. El hincha de River se borró. Si no quieren verlo, no lo vean. Pero no nos pidan que nosotros nos hagamos los ciegos.